Pocos analistas dirían que los comicios de la semana que viene no tendrán
impacto en Wall Street ni en la economía en los próximos cuatro años. Aun así,
no conviene sobreestimar el impacto de las elecciones, al menos a corto plazo.
No es el momento de hacer grandes apuestas sobre el nombre del próximo
presidente. Y la razón es que, sea quien sea el nuevo inquilino de la Casa
Blanca, Wall Street se moverá hasta fin de año no por la ideología, sino por las
perspectivas del "abismo fiscal" y de cómo evitarlo, si es que es posible.
Eso no significa que el resultado electoral sea irrelevante, sino que
influirá principalmente a través de su impacto en las negociaciones en el
Congreso. Es decir, la clave para la bolsa está en el Capitolio y no en la Casa
Blanca. Estos son los 4 principales escenarios:
· Estados Unidos se cae por el abismo: dejar que las rebajas del
impuesto sobre la renta de Bush expiran y permitir que se pongan en marcha los
recortes de gastos públicos sería la solución más fácil. Es una opción, pero
probablemente la que nadie quiere tomar. Nadie -ni la Casa Blanca ni el
Congreso- quiere que le culpen del desplome financiero que se derivaría de caer
en una nueva recesión. Difícilmente podríamos evitar un ajuste brutal de Wall
Street hasta que las familias hagan la digestión del "choque fiscal".
· Despeje: La subida de impuestos y los recortes de 109.000 millones
empezarán el 2 de enero, lo que significa que, después de las elecciones, el
presidente y el Congreso tendrán menos de dos meses para configurar una
alternativa. Una opción, si gana Romney, es despejar simplemente la cuestión.
Puede pedir, y conseguir, un retraso de seis meses mientras se trabaja en las
opciones políticas. Si es reelegido Obama podría hacer lo mismo, en función del
estado de las negociaciones con los republicanos del Congreso. Esta opción
tendría la ventaja de evitar un ajuste brutal de la bolsa. Pero podría ser
costosa para la economía y frenaría a Wall Street. A los mercados no les gustan
las incertidumbres fiscales.
· Acuerdo sobre un término medio: aunque Obama y los republicanos no
parecen dispuestos a comprometerse en la campaña electoral, hay señales de que
pueden alcanzar un acuerdo que deje contentas parcialmente a las dos partes.
Obama puede haber dado su brazo a torcer en el último debate cuando dijo que los
recortes en defensa "no ocurrirán". El vicepresidente Joe Biden ha hablado
repetidamente de un umbral de un millón de dólares para las subidas de
impuestos. Hay espacio para negociar. Si Romney gana, puede pedir al Congreso
nuevas ideas para reducir el déficit. Si gana Obama, es posible que los
republicanos cedieren en una subida de ingresos procedente de los contribuyentes
de mayor renta.
· Un gran acuerdo: en una entrevista reciente, Obama predice que él y
los republicanos llegarán al gran acuerdo que ha estado buscando. Eso se traduce
en 4 billones de reducción de déficit durante 10 años. Pero aunque un reelegido
Obama y un Congreso en funciones pueden empezar a forjar este acuerdo, es
difícil pensar que se pueda lograr antes de fin de año. Al contrario, los
expertos creen que necesitará al menos seis meses para resolver el asunto.
Volvemos al segundo escenario y significa que el Congreso tendría que alcanzar
un pre-acuerdo provisional antes del 2 de enero. Entraríamos en un largo proceso
de negociaciones costoso para las expectativas de crecimiento.
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