jueves, 21 de junio de 2012

Sequía de estrenos bursátiles en Wall Street

Hacía cuatro décadas que no pasaba algo similar. Un junio sin estrenos bursátiles en Wall Street. Y eso que se supone que suele ser uno de los meses más activos del año para este tipo de operaciones. Pero la volatilidad en el mercado por la crisis de la deuda soberana no invita a la empresas a dar este paso. Y el fiasco de Facebook hace justo un mes dio más motivos para pensárselo dos veces. No es que la colocación de la red social fuera prematura. Los íngresos y los beneficios trimestrales de la puntocom justificaban el salto. En el parqué también se reconoce a sus gestores. Sin embargo, no son tiempos para ir sobrados de confianza y poner un precio a la colocación que se venga abajo.
Estamos aún a mediados de mes, por lo que todavía podría haber alguna posibilidad de que una empresa se anime a dar el salto. Pero el calendario ayuda a anticipar los movimientos. En dos semanas se celebra la festividad del Día de la Independencia. Para que puede haber una OPV antes, las compañías interesadas deberían estar haciendo vendiendo los méritos ante los inversores institucionales y gestores de fondos. Es un proceso que suele llevar como mínimo dos semanas antes de que se comunique el precio final del estreno y no hay ningún roadshow a la vista. La ventana, por cierto, se cierra rápido, como señalan los que están metidos en el negocio de la banca de inversión.
Hay compañías que estaban en cadena, pero que optaron por retrasar el proceso. Es el caso del portal de reservas de viajes Kayak. El argumento que dan es la tensión en los mercados. Pero es evidente que entre las firmas tecnológicas decepcionó enormemente el estreno de Facebook. La red social protagonizó la colocación más esperada desde Google y fue la segunda mayor en cuanto a recaudación. Su precio de salida se fijó en 38 dólares. Empezó a cotizar en 42 y subió a 45 antes de desplomarse hasta los 25,5 dólares. Logró recuperar un 20%, pero sigue en el nivel de los 31 dólares y no está dicho que los inversores hayan vuelto a recuperar el apetito por los valores tecnológicos.
Desde el desastre de Facebook, casi una quincena de firmas decidieron dar un paso atrás antes de zambullirse en las aguas de Wall Street y esperar a que las condiciones del mercado sean más favorablesy así recaudar el máximo. La última vez que hubo un paréntesis tan largo sin estrenos fue entre mediados de agosto y octubre del pasado año, cuando los inversores trataban de entender si EE UU iba a entrar de nuevo en recesión y la amenaza del contagio del mal de la deuda soberana empezaba a salpicar al corazón de la zona euro. La firma Dealogic calcula que hay 53 operaciones en espera, sin fecha concreta de estreno. Hace un año por estas fechas eran 99 colocaciones en proceso.

domingo, 3 de junio de 2012

ExxonMobil, la empresa más poderosa del mundo

El dos veces premio Pulitzer, Steve Coll, desvela las claves de ExxonMobil, “un Estado empresarial dentro del Estado americano”
La sede central de ExxonMobil en Irving, Tejas, es conocida por sus empleados como La Estrella de la Muerte, la malévola estación espacial de la Guerra de las Galaxias que puede con el disparo de un solo rayo destrozar un planeta. ¿Demasiado como comparación? Puede que no. Según el escritor y periodista Steve Coll, dos veces ganador del Pulitzer, ExxonMobil es “un Estado empresarial dentro del Estado americano” que, como todas las naciones soberanas “tiene sus propias reglas de política exterior”. “A veces sus intereses se corresponden con los del Gobierno de Estados Unidos, a veces se encuentran en oposición y otras sencillamente se quita de en medio”, afirma Coll en una entrevista concedida a la cadena de radio pública de EEUU, NPR.
Lee Iron Ass Raymond —la cursiva se traduce como Culo de Hierro— presidió con mano firme ExxonMobil entre 1993 y 2005. En el libro Imperio Privado, Coll expone a lo largo de casi 700 páginas nutridas de más de 400 entrevistas e información proveniente de muchas fuentes el enorme poder amasado por la que ya es hoy la empresa más grande del mundo, y que cuando todavía no tenía ese récord —lo logró la semana pasada, desplazando a Wal-Mart— fue lo suficientemente hábil como para estar siempre en los últimos 60 años entre las compañías más lucrativas del país.
Exxon se fusionó en 1999 con Mobil y desciende directamente de la compañía de petróleo de John D. Rockefeller. Con la etiqueta de ser una de las empresas más secretistas del mundo, ExxonMobil lleva décadas haciendo complicados equilibrios morales y de poder en países tan distintos como Chad, Indonesia, Guinea Ecuatorial, Venezuela y la Rusia de Vladímir Putin para hacerse con sus reservas de petróleo. La geopolítica es el libro de cabecera de los ejecutivos de ExxonMobil, ya que sus operaciones para ser rentables deben abarcar largos periodos de tiempo —al menos 40 años, duración necesaria para que la inversión compense a la hora de explotar y vender el petróleo y el gas—, por lo que se hace necesario conocer todos los despachos donde se mueven los hilos del poder en las altas esferas internacionales.
Como bien explica Coll en el libro, hacer negocios a tantos años vista es complicado en EEUU, ya que en ese periodo de tiempo habrá 10 administraciones con al menos seis presidentes distintos con los que habrá que negociar, o no. Para el lector que quiera leer entre líneas queda claro que cuando Steve Coll dice que ExxonMobil nunca viola la ley es básicamente porque es ella la que la dicta.
Todavía exige más juegos malabares establecerse en países con una dictadura, susceptibles de vivir una revolución que acabe sofocada con un baño de sangre y que los yacimientos sigan en pie y escupiendo crudo con el que alimentar el lucrativo negocio. ExxonMobil no solo ha logrado esto último a lo largo de toda su historia. Sus ganancias —362.000 millones de euros— superan al PIB de la mayoría de los países en los que opera.