jueves, 1 de noviembre de 2012

Wall Street, elecciones y abismo fiscal

Pocos analistas dirían que los comicios de la semana que viene no tendrán impacto en Wall Street ni en la economía en los próximos cuatro años. Aun así, no conviene sobreestimar el impacto de las elecciones, al menos a corto plazo. No es el momento de hacer grandes apuestas sobre el nombre del próximo presidente. Y la razón es que, sea quien sea el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Wall Street se moverá hasta fin de año no por la ideología, sino por las perspectivas del "abismo fiscal" y de cómo evitarlo, si es que es posible.
Eso no significa que el resultado electoral sea irrelevante, sino que influirá principalmente a través de su impacto en las negociaciones en el Congreso. Es decir, la clave para la bolsa está en el Capitolio y no en la Casa Blanca. Estos son los 4 principales escenarios:
· Estados Unidos se cae por el abismo: dejar que las rebajas del impuesto sobre la renta de Bush expiran y permitir que se pongan en marcha los recortes de gastos públicos sería la solución más fácil. Es una opción, pero probablemente la que nadie quiere tomar. Nadie -ni la Casa Blanca ni el Congreso- quiere que le culpen del desplome financiero que se derivaría de caer en una nueva recesión. Difícilmente podríamos evitar un ajuste brutal de Wall Street hasta que las familias hagan la digestión del "choque fiscal".
· Despeje: La subida de impuestos y los recortes de 109.000 millones empezarán el 2 de enero, lo que significa que, después de las elecciones, el presidente y el Congreso tendrán menos de dos meses para configurar una alternativa. Una opción, si gana Romney, es despejar simplemente la cuestión. Puede pedir, y conseguir, un retraso de seis meses mientras se trabaja en las opciones políticas. Si es reelegido Obama podría hacer lo mismo, en función del estado de las negociaciones con los republicanos del Congreso. Esta opción tendría la ventaja de evitar un ajuste brutal de la bolsa. Pero podría ser costosa para la economía y frenaría a Wall Street. A los mercados no les gustan las incertidumbres fiscales.
· Acuerdo sobre un término medio: aunque Obama y los republicanos no parecen dispuestos a comprometerse en la campaña electoral, hay señales de que pueden alcanzar un acuerdo que deje contentas parcialmente a las dos partes. Obama puede haber dado su brazo a torcer en el último debate cuando dijo que los recortes en defensa "no ocurrirán". El vicepresidente Joe Biden ha hablado repetidamente de un umbral de un millón de dólares para las subidas de impuestos. Hay espacio para negociar. Si Romney gana, puede pedir al Congreso nuevas ideas para reducir el déficit. Si gana Obama, es posible que los republicanos cedieren en una subida de ingresos procedente de los contribuyentes de mayor renta.
· Un gran acuerdo: en una entrevista reciente, Obama predice que él y los republicanos llegarán al gran acuerdo que ha estado buscando. Eso se traduce en 4 billones de reducción de déficit durante 10 años. Pero aunque un reelegido Obama y un Congreso en funciones pueden empezar a forjar este acuerdo, es difícil pensar que se pueda lograr antes de fin de año. Al contrario, los expertos creen que necesitará al menos seis meses para resolver el asunto. Volvemos al segundo escenario y significa que el Congreso tendría que alcanzar un pre-acuerdo provisional antes del 2 de enero. Entraríamos en un largo proceso de negociaciones costoso para las expectativas de crecimiento.

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